Se aceptan cohechos impropios, especias y metálico

lunes, 3 de diciembre de 2012

Un hotelito en Hamastán



  Al tiempo que se contaban votos en una región española, diez niños eran asesinados con bombas de racimo, a doce kilómetros de Damasco, en Siria. No le importa a nadie, no hay judíos a quienes echar la culpa. Ese mismo domingo los islamistas han hecho estallar dos coches bomba en una iglesia de Nigeria, matando a 30 personas. Da igual, son cristianos, ni siquiera están en el mapa. No son Gaza. No interesa a nadie porque es lo normal, allá donde hay islam hay moros matándose entre ellos por un quítame allá ese Mahoma, y asesinando a todos los demás porque sí. En Gaza hay una tregua, otra, y están todos encantados de conocerse. Hamas feliz, el nuevo dictador egipcio, Mohamed Morsi, contento, y el gobierno de Israel tranquilo. Ha sido una performance, un espectáculo para los medios, un happening necesario para los medios de Hamas cada vez que ven amenazada su tiranía en la Franja.

La primera foto de niño muerto que distribuyó la organización terrorista Hamas fue en realidad la de una víctima en Siria. Pillados in fraganti procedieron a buscar otros, dando con el que abrió todas las portadas del mundo: Mahmoud Sadallah, de cuatro añitos, para que el primer ministro egipcio, Hisham Kandil, pudiera hacerse la foto durante su visita a Gaza. Apenas unas horas se tardó en saber que el pequeño había sido asesinado por un misil de la propia Hamas.


Hamas mantiene su férreo control luchando con las demás facciones palestinas. Su brazo armado, Brigadas Azedín Al Kassem, compite con el brazo armado de Yihad Islámica, las Brigadas Al Quds, y con su gran enemigo, las brigadas de los Mártires de Al Aqsa, grupo armado de Fatah, asesinándose entre ellos periódicamente, y todos contra los laicos del Frente Popular y las Brigadas Abu Ali Mustafa, dado que estos son socialistas marxistas y los de Hamas socialistas nazis. Hamas sufre una importante escisión interna, por un lado sus líderes en el extranjero, viviendo como reyes sunníes, y por otro la carne de cañón en la Franja, infiltrada por el chiismo. Khaled Meshaal es el líder oficial de Hamas, que en septiembre anunció su inminente dimisión, aunque de momento solo ha cambiado su residencia en Siria por Qatar, cuyo emir prometió en octubre 400 millones de dólares para la causa. La lucha por el poder tras Khaled Meshaal estará entre el llamado “primer ministro” en Gaza,  Ismail Haniyeh, y Musa Abu Marzuk en El Cairo, los de dentro contra los de fuera, dividido a su vez cada grupo según sus apoyos sean suníes o chiíes. Porque Gaza se ha convertido en un campo de batalla virtual para las grandes potencias musulmanas, un parque temático del islamismo donde se enfrentan chiíes contra suníes en la particular guerra civil islámica que empezó apenas 50 años tras la muerte de Mahoma.

Hamas, en principio delegación suní de los Hermanos Musulmanes egipcios, con la participación de Arabia Saudí y el propio Egipto, y enfrentada al Líbano chií de Hizbula, recibe ahora importantes ayudas de Irán e Irak, chiíes (y de Siria, que no está para muchas ayudas), cuyos objetivos son entre otros acabar con la OLP y Fatah, en definitiva la ANP, además de la irrupción de Turquía y Qatar (esos que patrocinan al Barcelona CF). En la lucha también cuenta la guerra racista, los árabes contra los no árabes (Turquía, Irán e Irak). La batalla de esta nueva Hamas árabe pero chií, es acabar con Al Fatah y la Autoridad Palestina boicoteando las conversaciones de paz y la admisión de Palestina como Estado en la ONU. A todos estos hay que sumar infinidad de grupúsculos terroristas y, cómo no, la izquierda más internacional, Venezuela y Cuba, acompañada por las oenegés occidentales que por allí andan pintando la mona. Ya sé que esto parece lo de la Vida de Brian, el Frente Popular de Judea contra el Frente Judáico Popular, pues súmenle a nuestros alegres  voluntarios y flotillas varias que tendrán el esperpento completo, a la espera de que con eso de la corrección política los islamistas acepten a uno que quiera ser mujer. A menudo surge la pregunta: ¿Por qué los socialistas apoyan a los islamistas y viceversa? ¿Cómo es posible que la izquierda simpatice con un movimiento claramente nazi? Por la misma razón por la que Estalin apoyó el nazismo, con el pacto Ribbentrop-Mólotov, hasta que Hitler invadió la URSS: tienen intereses comunes, el petróleo por ejemplo (Venezuela e Irán), o el gas en el caso concreto de Gaza (hay dos pozos, Gaza Marine 1 y Gaza Marine 2, con 4.000 millones de dólares en su playa, que Hamas paralizó en cuanto arrebató el poder a la ANP); y lo más importante, tienen enemigos comunes, la libertad. Cuando el partido apoyado por la ETA, el CUP, se ha presentado tras ganar tres escaños en las autonómicas catalanas, ha iniciado su discurso con las palabras: “bona nit Països Catalanas, bona nit Palestina”, lo cual, como veremos en seguida, tiene muchísimo sentido: ambas entidades, inexistentes, son el campo abonado para que progresistas de todo pelaje hagan su agosto robando a manos llenas. De Millet y el caso Palau hasta Gaza; de CiU, PSC y PP, hasta Hamas, el gran negocio de la solidaridad.
Puede que no salga en los telediarios, pero en Gaza hay un súper Hotel de lujo de cinco estrellas. En 1998 un príncipe saudí tuvo la idea de montar un súper hotel de lujo en la Franja. Ya construido, llegó Hamas y acabó con el sueño, hasta que el multimillonario palestino Munib Al Masri se puso en contacto con solidarios españoles para comprarlo y relanzar el negocio.

Un pequeño excurso: El millonario y su grupo inversor actúan desde Jordania, que es el verdadero Estado palestino: “La verdad es que Jordania es Palestina y Palestina es Jordania”, dijo el Rey Hussein de Jordania en 1981. Lo que ocurrió es que los terroristas palestinos empezaron a actuar dentro de su propio país, Jordania, e intentaron una jugada separatista estableciendo su propio estado de corrupción dentro de Jordania, por lo que en 1970 el rey Hussein ordenó un asalto masivo en los campos de refugiados, masacrando a miles de los palestinos, conocido como Septiembre Negro. Desde entonces los palestinos fuera de Jordania son apestados para el resto de países musulmanes, los apoyan pero lejos, cuanto más lejos mejor. En Líbano permitieron asentarse a 400.000 palestinos, que inmediatamente se armaron e iniciaron la guerra civil contra el gobierno libanés donde convivían tranquilamente musulmanes y cristianos. Sembraron tal caos que tuvo que intervenir la Liga Árabe y Siria, curiosamente apoyando al gobierno mayoritariamente cristiano contra los palestinos. Más tarde Israel llegó incluso a tomar Beirut, después entró la ONU, pero fue imposible la paz. Finalmente una alianza de los cristianos libaneses con la izquierda, con los musulmanes libaneses y con Siria, pudo echar a los palestinos de su país. En 2010 Egipto cerró sus fronteras con la Franja de Gaza (es lo que se llamó “bloqueo”, ahora están abiertas), y el peligro de la secta Hamas contra Egipto fue tan importante que el propio Centro de Investigaciones Islámicas de la Universidad  Islámica de Al Azhar, en El Cairo, lo apoyó públicamente.

El hotel ArcMed en la Franja de Gaza se inauguró en 2011, dirigido por un catalán, Rafel Carpinell, de gobernanta una gallega, y como jefa de todo el cotarro la diputada socialista Anna Balletbó. La diputada acababa de participar dos años antes en el Tribunal Russell sobre Palestina en Barcelona, una pantomima racista montada para defender a los terroristas islámicos y humillar a los judíos (la embajada en España de Israel lo califico de “foro extremista”, "lo que haría un tribunal del Ku Klux Klan en un proceso contra un hombre de color"). Junto a ella estaba lo más selecto del merchandising solidario: Noam Chomsky, José Saramago, Eudardo Galeano, Kean Loach y hasta el actor Alberto San Juan (no, Willy no estaba, lástima). Pero la protagonista del pelotazo es, sin duda, Anna Balletbó, quien además de comprometida y solidaria tiene una amplia experiencia en negocios hoteleros.

Anna Balletbó se hizo popular al ser la única diputada que, por su estado de buena esperanza, pudo salir del hemiciclo cuando el golpe del 23F. Pertenece a una familia de la llamada “burguesía catalana”. Su padre remodeló un restaurante de mejillones convirtiéndolo en la casa de citas más conocida de Barcelona, la famosa Casita Blanca, que heredó Anna. El negocio le funcionó bien a la diputada, pero nada comparado con lo que le dejaría el Ayuntamineto de Barcelona gobernado por su partido, el PSC: le compró el meublé por 7,4 millones de euros en marzo de 2011. Esto no era La Mina, donde expropiaron por las bravas y sin un duro, ni el Carmel, donde robaron tanto que se les cayó el barrio. No, nada de proletarios lumpen class, aquí se trataba de una mujer progresista, compañera y catalanista. Un bonito acto de solidaridad entre compañeros de partido, tan generosos y entrañables.

Justa recompensa, clamaron sus compañeros, dado que había explotado el caso Palau y allí no había nada más que rascar. El saqueo del Palau de la Música se denunció en 2002, pero CiU y PSC consiguieron dejarlo en un cajón hasta que prescribieran los delitos, como ocurrió efectivamente. Anna Balletbó era vocal de la junta del Palau. El 19 de enero de 2009, por iniciativa suya, presentó una carta demandando adhesiones para que el alcalde Hereu concediera la Medalla de Oro de la Ciudad de Barcelona al presidente del Palau de la Música, Fèlix Millet. La carta se puede ver gracias a la gentileza de e-noticies. No hubo suerte. Cinco meses después, en junio de 2009, la fiscalía de Barcelona presentó una querella por lo que todo el mundo sabía desde hacía años. Pero no pasó nada… el juez Juli Solaz fue acusado de una inquietante parsimonia, manteniendo congelado el caso más de un año. En eso que llegó una juez nueva y joven (y guapa) al Juzgado de Instrucción número 10 de Barcelona, doña Miriam de Rosa Palacio, le tocó por reparto la querella presentada un día antes por el fiscal especial de delitos urbanísticos Antoni Pelegrín y, en lugar de inhibirse a favor del juez Solaz (como todo el mundo esperaba), tardó un día en admitir la querella a trámite. Lo primero que hizo fue llamar a declarar a lo más granado de la sociedad barcelonesa, empezando por el hijo de Anna Balletbó, Eugeni Giralt Balletbó (desconozco si es aquel vástago que gestaba mientras Tejero pegaba tiros).

Félix Millet y Jordi Montull, los organizadores del saqueo al Palau, montaban “concursos privados” para adjudicar grandes obras a sus amiguetes. En 2008 se inventaron lo de construir un gran Hotel del Palau de la Música, y sin concurso público lo ofrecieron a dos de los miembros de su Patronato. Manuel Valderrama, dueño de Oliva Hotels, y la familia Balletbó, dueña de Cril Gestión SL, cuyo apoderado es el hijo de Anna (vocal de la Junta del Palau), Eugeni Giralt Balletbó. Los Balletbó crearon entonces la empresa Hotel Palau de la Música SL, por si las dudas. Llegó 2009 y Anna Balletbó se lió entonces, 19 de enero, con la campaña para dar la Medalla de Oro de la Ciudad de Barcelona a Félix Millet (no le pidió el Nobel de la Paz porque no venía al caso). El chanchullo lo hizo público, contra la omertá reinante y las loas de La Vanguardia, el diario El Punt. En esta fraternal batalla entre amiguetes para ver quién sobornaba más a Millet, el agraciado con el premio gordo fue finalmente Valderrama y su Oliva Hotels. La sociedad de inversión “Hotel Palau de la Música SL”, de la familia Balletbó, se extinguió el 4 de febrero de 2009, y Anna, qué pena, se quedó sin su hotel de cinco estrellas.  Pero es una mujer persistente, quien la sigue la consigue, debió pensar.

Anna Balletbó se volcó entonces con la asociación socialista que preside, la Fundación Olof Palme (FIOP), que ella misma fundó en 1989, un chiringuito de partido para la mamandurria disfrazado de oenegé (no lo es, es una fundación y por tanto sus cuentas no son públicas). Lo más importante de la Fundación Olof Palme es un imaginativo invento de Anna, el llamado “Grupo de Confianza”, según su página web, “grupo de empresas y entidades que dan su soporte a las actividades de la FIOP”. Además de La Caixa y La Vanguardia, perejil de todas las salsas, están todas las grandes constructoras de España y parte del extranjero: Dragados-ACS Actividades de Construcción y Servicios, Fomento de Construcciones y Contratas, Abertis, Ferrovial, Acciona, la Cambra Oficial de Contractistes d'Obres de Catalunya, etcétera. La Fundación también aparece en la instrucción del caso Palau, aunque de momento su presidenta aplicó un enérgico control de daños y la cosa ha quedado en mil eurillos que les daba Millet para que almorzaran mientras arreglan el mundo. El PSC se desvinculó ipso facto de la Fundación, recordando que esa es del PSOE, que la suya es la Rafael Campalans.

Así es como en marzo de 2010 reaparece Balletbó en el foro judeófobo de Barcelona, el Tribunal Russell sobre Palestina, y mientras acusa a los judíos de comer niños vivos avanzan las conversaciones para hacerse con el hotel de lujo en Gaza. Al tiempo que claman por un inexistente bloqueo montan el emporio turístico más importante de Palestina. Inauguran el Hotel ArcMed en 2011 con una inmensa piscina (solo para hombres, las mujeres tienen prohibida su entrada), y unas instalaciones de las mil y una noches… reservadas para la secta terrorista Hamas y las oenegés que la apoyan, pues el hotel no está abierto a turistas, y mucho menos para los palestinos de a pie.

Después de todo esto se dirán ustedes: vaya, al menos un partido no ha participado en el choriceo, el PP. Desengáñense, su inocente candidez no tiene correspondiente. A principios de 2011 ya se conoce que Arcmed hizo en 2008 todo su negocio con las ayudas de la Generalitat Valenciana (PP) que revisa el fiscal. El 2 de octubre de 2012 el portavoz del PP en las Cortes Valencianas, Rafael Blasco, dimite tras ser imputado en el fraude de las ONG.

No hay comentarios: