Se aceptan cohechos impropios, especias y metálico

domingo, 10 de febrero de 2008

Los suicidas de la SER

Es una colaboración de Morenohijazo.

PARTE III: LA CADENA SER Y LA POSIBLE FILTRACIÓN

Tengo por cierto, pues, que la certeza moral no podía ser alcanzada en unas horas tan tempranas como el día doce, con cadáveres sin identificar, con restos diseminados por trenes y andenes, con objetos personales en bolsas por inspeccionar, y con el caos que acompañó a esos días, de no ser por que los “datos objetivos” fueron acompañados en el ánimo de la doctora Baladía de decisivos “datos subjetivos”: la convicción anterior de que el atentado había sido obra de ETA, la convicción de que el Gobierno de entonces no mentía, la convicción interna de que los de PRISA eran unos mentirosos, y todo lo que la cadena SER dijera tenía que ser falso, a no ser que lo comprobara con sus propios ojos.

Curiosamente, una hora antes la cadena SER había dicho que tenía “en su mesa” las fotos de nueve terroristas etarras responsables, o presuntos responsables, (ahora mismo no recuerdo bien la expresión) de la masacre.

Eran las fotos remitidas por Interior, supongo, pero es el caso que nadie acusó a la cadena SER por lo que luego resultó ser también falso. Si la información de los etarras resultó ser falsa, y todo el mundo entiende que la emisora fue incorrectamente informada... ¿por qué a los conspiracionistas, y a la doctora Baladía, a la que empiezo a tener tentaciones de incluir entre ellos, les cuesta tanto creer que también pudo ser equivocada por una de sus fuentes?

Los comisionados también se preocuparon por el posible origen de la filtración, y si pudo provenir de los propios presentes cerca de los cadáveres:
LLAMAZARES TRIGO: ¿No hubo ningún comentario en relación con un terrorista suicida entre los fallecidos que pudiera salir fuera de Ifema y llegar a los medios de comunicación? ¿No hubo ningún comentario entre los forenses?

CARMEN BALADÍA: Que yo lo oyera no, y es que no había motivo para que lo hubiera.

Otra vez “es que no había motivo para que lo hubiera...” Según la doctora, no había motivo para que a nadie se le ocurriera que podría, como cosa hipotética, encontrarse un terrorista suicida. Con la que está cayendo en el mundo.

La doctora dijo (lo repitió hasta cuatro veces) “estar viviendo dentro de una burbuja” esos tres días. No se enteró de lo que pasó en el mundo exterior, de las ruedas de prensa de Acebes, las declaraciones de Rubalcaba, las manifestaciones ante la sede del PP, de lo de la SER, el terrorista suicida... Vale. Aceptamos pulpo como animal de compañía. Pero ¿Todos los que tuvieron acceso a las autopsias vivieron en la misma burbuja? Pues vaya burbujón. Porque...

CUESTA MARTÍNEZ: ... Quisiera saber si le consta si la Policía judicial los días 11 y 12 preguntó a los forenses si había signos suicidas, huellas significativas de terroristas suicidas entre los restos que ustedes estaban analizando; si se preguntó a los profesionales sobre estos extremos, si dirigieron las autopsias pensando en esa realidad. Me pareció escucharle que no, pero le formulo de nuevo la pregunta.

CARMEN BALADÍA: Las mesas de autopsias ya he dicho antes cómo estaban conformadas, por el número de médicos forenses, por personal de Policía científica y nada más, aunque en la zona de las autopsias tampoco distingo mucho los de Policía judicial, Policía científica, homicidios. De la Policía científica, los que yo conocí y traté, colaboramos juntos y sacamos esto adelante juntos, ninguno de ellos preguntó nada ni dijo nada. Llegó un momento en que había mucha gente, incluso autoridades políticas que se iban metiendo, y yo que en esos momentos, cuando la situación lo exige, soy muy mandona, a lo mejor incluso como no me corresponde, mandé incluso que la Policía Nacional que estaba por allí pusieran unas vallas y les sacaran de esa zona, porque yo pensaba que se iban a terminar metiendo donde están las autopsias.

Sinceramente, les eché; puse unas vallas e hice que las autoridades y quien fuera se retiraran. Quiero decir que, salvo los voluntarios, que estaban perfectamente organizados, encargados de recoger los cadáveres que se iban autopsiando y poner otros, las personas, los filtros de control que yo puse de entrada y de salida y Policía científica, allí no hubo nadie más.
¡No hubo nadie más, dice! Forenses, policía científica, policías de todo tipo y pelaje, autoridades políticas, voluntarios... Pone unas vallas (bien hecho, por otra parte) y se cree que con eso ya no habrá rumores. (Na, nana nana No me ves, no me ves, soy invisible) Con lo que alimenta el cotilleo patrio que no te dejen husmear.

Lo de la burbuja tiene su miga, porque dice también...
CARMEN BALADÍA: Estuvimos metidos en una especie de burbuja terrible, de tal manera que cosas que ustedes vivieron los días 13 y 14, los médicos forenses no lo vivimos. Venía gente de fuera, nos traían bocadillos y nos mantenían en contacto con el exterior en la Almudena. Lo del suicida no sé la fecha, seguro que me voy a equivocar. No entro en contacto con la prensa hasta el lunes 15; no me acuerdo de cuándo surge lo del suicida, pero no creo que antes del lunes 15.
Antes de nada, añadan a los que pululaban por allí los que le traían bocadillos.
Pues sí, se equivoca. Fue antes, mucho antes, del día 15. E ignoramos quien lo filtró, pero en ningún caso se dijo que fuera gente del equipo forense ni de sus aledaños. Por lo que, doctora, tenga un poco de compasión, mujer, que todo el mundo tiene derecho a meter la pata. Incluso usted misma:
CERDÀ ARGENT: Usted me tendrá que decir si es cierto o no, porque en algún medio de comunicación se ha reflejado que usted dijo que por el grado de ruptura y descomposición de los cuerpos podría tratarse de ciento noventa y tantos suicidas. ¿Esas declaraciones son ciertas?

CARMEN BALADÍA: Vamos a ver. Sí que lo dije. Vuelvo a pedir disculpas por esa frase que oigo yo en los medios de comunicación...

...Llega un momento en que cuando me incorporo al mundo otra vez, que es el día 19 de marzo que hice guardia de diligencias con el Juzgado de Instrucción número 38 de Madrid del que soy titular, están llamándome constantemente. No sé si ustedes —sé que hay aquí periodistas en la sala— habrán sufrido lo que es recibir 14 ó 15 llamadas en un par de horas en tu teléfono móvil. Le estaban dando vueltas al baile de cifras, al suicida y venga una y otra vez con el baile de cifras. En fin, recuerdo, no me acuerdo exactamente la fecha, cuando tuvimos el homenaje que nos dieron en la Puerta del Sol —creo que fue ese día— que estuve a punto de llorar en el instituto por la presión de los periodistas...

...Ellos se referían a una columna, sobre la que le tengo que decir —como dije entonces— que era de un español y que, conjuntamente con otro cadáver, también español, de los que se hizo el levantamiento en El Pozo, por ADN, han salido cantidad de restos. Son los restos que más fragmentados estaban.

Todo esto es por esa columna, que es uno de los casos a los que se le dieron dos números de entrada. Toda la cosa venía por esa columna. A mí me tenían tan aburrida con la columna, yo había visto el horror de todos esos cuerpos, de esos 191 fallecidos, yo había visto en qué situación estaban, que coloquialmente, de manera incorrecta, dije:
Si es por la columna, como diciendo, pero qué me está usted contando. Si es por el destrozo, si es por la columna, es que estamos ante 190 suicidas, desgraciadamente. Por la patología lesional. Es una manera coloquial que se malinterpreta
.

Ya. Disculpe, disculpe, se me ha malinterpretado, estaba muy nerviosa. Pero los demás, no. Esos son mentirosos, troleros, y malintencionados.

Y lo de la columna. ¿Tan raro es que alguien –un periodista, un policía, una autoridad política, el que le trae los bocadillos, si ve, oye o sabe que hay una columna descarnada completamente, piense que podría llevar una mochila a la espalda? Y si oye que uno de los cadáveres fue apartado por orden judicial, ya ni te digo.

También se le interrogó sobre el informe que redactó, a petición de un cargo político
el entonces director general de Relaciones con la Administración de Justicia, don Carlos Lesmes, y que fue utilizado luego por Acebes para insistir en que no hubo, desde el primer momento, ninguna prueba de que hubiese terroristas suicidas, y así tratar de justificar su tesis de la autoría etarra hasta bien entrado el día 13 de Marzo. En uno de los puntos, el tercero y último, recalca especialmente que no hay datos indiciarios que sostuvieran la posibilidad de un terrorista suicida, lo que al Gobierno le venía al pelo y a los parlamentarios les sonaba a afinidad política.

La doctora Baladía no tiene responsabilidad en que sus informes sean utilizados políticamente, así que no insistiré sobre el tema, pero sí me pareció que tenía un especial interés en defender a Carlos Lesmes, por amistad personal, afinidad política, compañerismo, o quizás por antipatía hacia el que preguntaba, vaya usted a saber:
JANÉ I GUASCH: Por tanto, en esta respuesta está afirmando que el hecho de hacer constar si existía o no un suicida entre las personas
que fueron sometidas a la autopsia por los médicos forenses, viene del propio
requerimiento del director general de Relaciones con la Administración de Justicia, que es el que le pide expresamente saber este dato, ¿o no se lo pide?


CARMEN BALADÍA: Vamos a ver, señoría, así dicho puede parece que había, efectivamente, alguna intencionalidad para que ese dato gozara de una preponderancia o que se hipertrofiara, así como usted me lo acaba de plantear.

Entonces, le tengo que decir que en el contexto de cómo se me solicita, de cómo hablábamos esos días, de las vivencias que llevábamos compartidas, carece de esa intencionalidad que a lo mejor por una mala expresión mía se ha podido interpretar.

¿Cómo sabe ella la intencionalidad del señor Lesmes? ¿Se lo dijo él? “Mire, doctora, me interesa saber si existió o no un suicida, pero no con intencionalidad política, no, es para un juego del Trivial Pursuit
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PARTE IV: CONCLUSIONES Y COLOFÓN FINAL

Con todo lo antedicho no quiero decir que la cadena SER tuviese razón para decir que existía al menos un terrorista suicida. Pero ¿cuándo se puede hablar, objetivamente, científicamente, de que no existe un terrorista suicida? Pues muchos días después. Cuando el trabajo policial, aliado con la identificación forense, permiten averiguar quiénes son los fallecidos, y que entre ellos no existe nadie con veleidades terroristas; y sobre todo, pasado el tres de Abril, cuando crece la certeza de que se conoce toda o casi toda la célula terrorista, y ninguno de los asesinos viajaba en el tren mientras expotó.

El motivo de que sigamos creyendo (como los parlamentarios de la Comisión de Investigación el 6 de Julio de 2004) que no había terroristas suicidas no son las imperfectas (por precipitadas) conclusiones de la doctora Baladía el día 12 de Marzo, con 20 cadáveres por identificar, rechazando el auxilio de los forenses de Tel Aviv, asumiendo que los terroristas suicidas han de ser árabes, llevar adhesivos con bombas al cuerpo, que no pueden llevar bombas en la mano, etc.
El motivo de que sigamos creyendo (como los parlamentarios de la Comisión de Investigación el 6 de Julio de 2004) que no había terroristas suicidas en los trenes es que no han aparecido nuevas pruebas de ello. Pero casi todos los participantes en la masacre han muerto, y los demás están encarcelados o huídos, y no han hablado. También hay perfiles y huellas de gente que participó, sin identificar. Si algún día alguien hablase y dijese (por ejemplo) que uno de sus correligionarios era un terco y se inmoló porque le dio la gana... ¿cuál de las conclusiones de la doctora Baladía serviría de algo? ¿Qué pruebas científicas tendría para refutarlo?

¿Qué la doctora Baladía tuvo la certeza mucho antes? De acuerdo. Acebes también. Desde el minuto siguiente a los atentados. Pero todo lo que sea producto de un pálpito, corazonada o interpretación subjetiva será sospechoso. Todo esto suena a conclusión más o menos precipitada e inducida para contrarrestar la información (hasta donde sabemos equivocada, desde luego) de que había un terrorista suicida entre los cadáveres. Ignoro si la doctora dio sus conclusiones condicionada o de verdad lo creía, pero de que son precipitadas, no tengo duda.

Y, volviendo a lo de la SER, insultar a los periodistas porque se equivocaron (basándose por otro lado en informaciones no forenses, que nadie podía desmentir categóricamente a esas horas) no cuadra mucho con la fiabilidad que se le quiere suponer desde el campo peón. Y cuadra peor aún con el respeto a la libertad de prensa que tanto preconizan sus mentores de Libelo Digicual. Porque, recuerden, la Cadena SER se equivocó, pero no fue la única. Y rectificó y pidió perdón, y en eso, desgraciadamente, sí fue la única.

La doctora insiste hasta cuatro veces en que “vivió en una burbuja”. Luego los periodistas no podían, tampoco, llegar hasta ella. (Lógico, por otra parte, máxime teniendo en cuenta que es una persona no acostumbrada a la irritante acoso de los medios informativos, que le llevaron días después a perder los nervios y decir que había doscientos suicidas en los trenes). ¿Qué va a hacer un medio de comunicación si le llega una información (el día 11, no el 15) que cree fidedigna y contrastada, de parte de los medios de investigación antiterrorista? ¿Esperar a que la doctora Baladía salga de su burbuja?

No prejuzgo la buena o mala intención de la SER, pero la animadversión de la doctora Baladía me parece, repito, sospechosa. Concedamos el beneficio de la duda a quien luego supo rectificar.

Las conclusiones de la doctora Baladía, insuficientemente basadas en la razón y los datos científicos, estaban guiadas o completadas por una buena dosis de convicción política, o al menos social.

Y al hilo, como colofón final, no quiero dejar sin contestar una de las frases que los peones celebran mucho. No quiero dejar de contestarla, pues como científico que pretendo ser, me repugna la conclusión que se extrae de ella, a la par que me parece ejemplariza el criterio científico de nuestra forense:
OLABARRÍA MUÑOZ: ...Me gustaría saber si además tiene usted algún tipo de experiencia en la —llamémosle— etiología de este tipo de suicidas tan especiales...

CARMEN BALADÍA: Un médico no tiene que pasar un sarampión para saber diagnosticar un sarampión, lo aprende en los libros.

Doctora, un médico aprende -bien lo sabe usted- muy poco en los libros. Aprendemos en los libros cuando no podeos observar en la realidad, pero bien sabe usted que ver una pápula del sarampión es cien veces más útil que leer su descripción en los libros. La experiencia -propia o ajena- es muchísimo más clarificadora y trascendente, en Medicina, que todos los conocimientos teóricos del mundo.

La misma doctor lo reconoce cuando dice con orgullo...
"En fin, es de todos conocido que hasta ese momento éramos unos inexpertos y ahora mismo creo que somos los más expertos en Europa".

Según su teoría del sarampión, no estarían ustedes ahora más preparados que un médico de Tonga que hubiese estudiado mucho.

Por eso se rechazó a los israelíes. Deben estudiar poco.

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