Al comisario Rodolfo Ruiz
El pasado viernes 10 de octubre falleció la esposa del comisario don Rodolfo Ruiz después de una larga enfermedad. Dicha enfermedad se inició coincidiendo con la persecución mediática y política a que fue sometido su marido y se fue agravando con los sucesivos e injustificados ataques que sufrió.
Algunos se permitieron injuriar durante años a Rodolfo Ruiz, que obviamente no podía defenderse (tuvo que coger una baja y luego jubilación anticipada por depresión), pero cuando han tenido la ocasión de enfrentarse cara a cara con él, en el Juzgado de Instrucción número 4 de Madrid y sin parapetarse en la "libertad de insulto", recularon cobardemente, incluso negando haber dicho lo que dijeron.
"Según la querella, el locutor acusa al comisario de "sembrar de pruebas falsas el sumario" del 11-M y de "colaborar con una masacre criminal", acusaciones que, según ha dicho la abogada del Rodolfo Ruiz, María Ponte, Jiménez Losantos ha negado haberlas hecho".
No solo siguen sin pedir perdón, además dicen no entender "por qué estoy aquí, porque no hay declaraciones injuriosas"... Eso tras propalar infundios como:
"Habéis sembrado de pruebas falsas el sumario, habéis colaborado con una masacre criminal y lo pagaréis vosotros. Lo pagarás tú, Ruiz..., como lo pagó Amedo y Domínguez".
Destrozaron la vida personal y profesional de un Comisario, también la de su esposa, quizá el único pilar en el que sujetarse. Ruiz siempre ha sentido el apoyo de los compañeros, familia y amigos.
"Me he sentido muy arropado por mi familia, por mis amigos, por mi gente, mis compañeros y mis superiores. Son ellos los que saben de mi buen hacer, y cómo realmente soy. Los que me ha juzgado, atacado lo han hecho porque no me conocen, y por tanto no lo tengo en cuenta".
Hay mucha gente que ha sufrido, incluso enfermado, por la conducta supuestamente cristiana de algunos, y hoy casi nadie se acuerda de sus víctimas.
Nunca estuvo enferma, era una persona alegre, con carácter, una madre de familia que sacó adelante a sus hijos de la forma más adecuada, envidiable. Muchos desearían que su obra y su reponsabilidad hubieran alcanzado tales resultados.
Trabajaba con el esfuerzo e ilusión como lo hacemos la mayoría de su generación. Desde los ataques a Rodolfo, fue bajando el pistón, entristenciéndose. Se fue apagando su chispa, paulatinamente, despacio, con seriedad y dignidad por la desgracia. Pero dejó de trasmitir ilusión en su entorno, como lo había hecho antes.
Despues de un tiempo le diagnosticaron una leve depresión. Hace pocos meses empezaron los tratamientos y hace quince días la internaron, no podía más y dejó de vivir.
A raíz de los ataques a su esposo, pasó del verano al otoño, sumergiendose progresivamente en un invierno, en una interminable noche, sin llegar a ver nunca más el amanecer. El golpe a golpe la llevó a esa interminable oscuridad. Su esposa era intensamente creyente, habrá visto la luz y paz eterna, pero mientras estuvo con nosotros la Iglesia le negó el pan y la sal, blanqueando sepulcros con los beneficios del share.
"Yo era comisario de Vallecas, y estaba allí. Desgraciadamente es uno de los recuerdos más penosos de mi vida, y tengo grabado el sonido del que yo llamo el móvil de los muertos. En el juicio ha quedado claro que no tengo ninguna relación personal o profesional con la mochila, y que simplemente cumplí con mi deber. Los que ha dicho lo contrario debe de quedar en su conciencia personal".
Ningún antecedente, ninguna circunstacia ajena al comportamiento de los injuriadores ha podido influir en su salud. No la hubo: familia unida, un trabajo ilusionante, unos hijos que estudiaron y progresan laboralmente.
¿Alguien tiene alguna duda de cuál fue la causa?. La genética, los condiciones ambientales... no lo discuto, pero si arde el papel es porque alguien le arrima el fuego.
Ella estaba casada con un profesional, no con un político. No tenía la obligación de asumir este coste. Los políticos y sus esposas aceptan dicha condición y sus consecuencias voluntariamente -y sino que se vayan a casa-. Estas consecuencias en un profesional no deben ser gratuitas o, mejor dicho, injustificadas.
Valen los errores, remárquense o publíquense, pero no valen las persecuciones, los linchamientos, las degradaciones. El profesional no es un adversario politico, no está en esa guerra, hay unos límites. Estos se los han saltado: los mediáticos y los políticos.
Desde aquí, nuestro apoyo y cariño para Rodolfo.
1 comentario:
Cuente con mi solidaridad, señor Rodolfo Ruiz.
Un abrazo en estos momentos tan penosos.
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