Se aceptan cohechos impropios, especias y metálico

jueves, 5 de julio de 2007

Garganta Profunda: Las niñas de Alcàsser

Hace unos meses, un buen amigo me envió el documento que voy a reproducir: lo firma "Garganta Profunda".
Antes de empezar con lo que allí se dice, me gustaría que leas este resumen de una noticia de Crónica, en El Mundo; también puedes saltártela e ir directamente a la Carta de Garganta Profunda, que empieza más abajo.
El Mundo, domingo 17 de noviembre de 2002:
"Fernando García, a ojos de muchos, ha dejado de ser el padre combativo que entregó su vida para hacer justicia. Una cámara oculta ha levantado sospechas sobre la transparencia con que manejó las donaciones entregadas a la Fundación Niñas de Alcàsser, que legalmente nunca llegó a existir. La Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha decidido de oficio abrir diligencias de investigación penal para esclarecer en qué se gastó el dinero recaudado.

Fernando García conduce un coche valorado en más de 48.000 euros y, aunque reside habitualmente en su piso de Alcàsser de toda la vida, acaba de adquirir dos áticos dúplex de 110 metros cuadrados, valorados en unos 150.000 euros cada uno. Según fuentes de la inmobiliaria, se han pagado al contado.Todas estas posesiones han sido inscritas en el registro de la propiedad a nombre de su hijo, su madre o su actual compañera sentimental, titular también de la tienda de colchones en Catarroja.

En septiembre de 1996 el padre de Míriam cambió de abogados, tuvo acceso al sumario del caso y, aconsejado por un polémico criminólogo, Juan Ignacio Blanco, construyó su propia versión de lo ocurrido. Los dos cuestionaron el trabajo de los jueces, de la Guardia Civil y de los forenses y concluyeron que detrás de los asesinatos se escondía una trama organizada por gente importante. Nunca creyeron la versión policial.
Desde un principio, García y Blanco no escatimaron medios para divulgar su descabellada teoría. Que la hipótesis de la conspiración fue calando en la gente se pudo constatar en mayo de 1997, cuando se inició el juicio. El pueblo estaba con Fernando García, centenares de personas se arremolinaban en torno a él y le consideraban más que un ídolo: el padre de España. Empezaron a entregarle dinero en mano, sobres cargados de billetes y talones que acababan en su bolsillo. Otros le mostraban los justificantes de ingresos en la cuenta abierta a su nombre en el Banesto de Alcàsser, que Fernando se encargó de publicitar en todos los medios.
Fernando García anunció su gran proyecto, la creación de una Fundación con el nombre Niñas de Alcàsser. Se presentó públicamente al día siguiente en un salón de bodas abarrotado de periodistas e incondicionales de la causa. El presidente era Fernando García, su hijo, el vicepresidente y el tesorero, su hermano. Se nombró a Juan Ignacio Blanco secretario.
La dotación inicial de la Fundación, 78.373.261 pesetas, procedía del dinero que Fernando García había recaudado en la cuenta a su nombre 22271 en el Banesto de Alcàsser. Según la escritura de constitución de la Fundación, realizada ante notario el día 8 de agosto de 1997, se trataba de una entidad «sin ánimo de lucro» cuyos objetivos eran «la solidaridad ante la infancia, la persecución de cualquier tipo de corrupción de menores y el apoyo moral, administrativo y judicial a las familias de los menores o jóvenes desaparecidos».
Rosa Folch, la madre de Desirée, observaba indignada todos estos movimientos desde la distancia y la soledad. Enseguida enviudó y se refugió en el trabajo y el cuidado de su otra hija. En Alcàsser mucha gente la criticaba por no secundar las iniciativas de Fernando García. «Yo sí que quería saber quién había matado a mi hija, y quería que lo pagara y sigo queriendo que lo pague. Lo que no quiero son mentiras», recuerda Rosa con amargura, la misma que sentía cada vez que Fernando y Juan Ignacio Blanco reproducían los detalles macabros de los crímenes. Para ella eso era veneno y por eso decidió emprender acciones legales. Solicitó que se denegara la inscripción de la Fundación Niñas de Alcàsser con ese nombre y la Secretaría General de Asuntos Sociales le dio la razón el 22 de abril de 1998. Haberla registrado sin el consentimiento de Rosa Folch hubiera supuesto una «vulneración de los derechos al honor, a la intimidad y a la propia imagen». García, pese a todo, no intentó cambiar la denominación y, por tanto, nunca ha llegado a existir. Pero seguía abierta la cuenta a nombre de la Fundación, en la que apenas quedan fondos.

Cuatro años y medio después, el reportaje de la televisión autonómica valenciana ha desvelado los entresijos económicos que aún envuelven esta Fundación fantasma. Juan Ignacio Blanco y Fernando García crearon además una sociedad paralela, SON Expresión S.L., cuyo objetivo era «la actividad editorial en su más amplio sentido».Con un capital inicial de 6.000 euros, el titular era la mujer del criminólogo y las oficinas coincidían con el despacho de uno de sus abogados.

La empresa sacó a la venta dos productos: un CD y un libro que Fernando y Juan Ignacio promocionaron durante un año por toda España, de feria en feria y de pueblo en pueblo. Por la Causa es el nombre del trabajo compuesto por el grupo valenciano Cuestión de principios, que cedió todos los derechos. Según los músicos, los hermanos Víctor y Toni Valneró, el trabajo fue desinteresado.Se editaron unas 20.000 copias, de las que no saben cuántas se vendieron. Temas como Ya no quedan lagrimas, Sigue ese camino (dedicada a Fernando García) o Sólo creo en lo que veo (a Juan Ignacio Blanco).

Por su parte, Juan Ignacio Blanco firmó el libro ¿Qué pasó en Alcàsser?, retirado por los tribunales en agosto de 1998 a petición de Rosa Folch porque contenía las fotos explícitas y en color del levantamiento y la autopsia del cadáver de su hija y de las dos amigas. La sentencia ha sido ratificada hace apenas un mes.

El piso que ocupaban Fernando y Juan Ignacio está vacío desde hace al menos tres o cuatro años, pero se sigue recibiendo correspondencia. La que sí sigue operativa es la famosa cuenta que se abrió en nombre de ésta y que Banesto aceptó con el matiz, recogido en un apéndice del contrato, de que Niñas de Alcàsser estaba en proceso de constitución.
A la cuenta, totalmente blindada, no tienen acceso ni los empleados de Banesto. En la misma sucursal de Alcàsser se desconoce la razón de tanto secretismo.

Canal 9 ha descubierto también la existencia de una segunda cuenta a nombre de la nunca creada Fundación Niñas de Alcàsser. En ella los padres que acudieron a solicitar la ayuda de Fernando García ingresaban dinero procedente de la venta de boletos de rifas y lotería de la Fundación. Entre ellas, Manuela Cabanillas, una madre de Torrevieja que había perdido a su hija cinco años antes en Murcia en extrañas circunstancias, que se sintió utilizada por Fernando García. «Se produjeron ventas masivas de talonarios completos, de 25.000 pesetas cada uno», manifestó ante la Guardia Civil en marzo de 1998. Los gestores de la Fundación le pidieron 500.000 y le insinuaron la posibilidad de vender su casa. Al final se desentendieron del caso.
Manuela había renunciado a sus abogados y entregó el sumario de la muerte de su hija a los letrados de la Fundación. Al día siguiente horrorizada contempló como en un programa de televisión se exhibían las fotos de la autopsia de su hija, que ella jamás se atrevió a ver. Jacinto Espinazo y Rosario Gallup, dos padres también defraudados, reclutaron para la Fundación socios que abonaban una cuota anual de 1.200 pesetas. Sus casos nunca fueron atendidos.

La existencia de dos cuentas bancarias (la 22271 y la 30271) vinculadas a una Fundación que jamás ha existido, y que no ha realizado las actividades para las que se creó, no deja de ser algo intrigante. Tras negarse repetidamente a dar explicaciones públicas, fueron grabados por una cámara oculta. «El dinero es mío, me lo dieron a mí, puedo gastármelo en lo que me dé la gana», repite constantemente Fernando García en la cinta, «como si me lo quiero gastar en fiestas». Pero nunca aclara cuánto dinero llegó a existir en la cuenta ni su paradero actual.

CARTA DE GARGANTA PROFUNDA:
"Hace tiempo que esperaba este momento. La prudencia -buena consejera siempre- me hizo retrasar este mensaje hasta completar las piezas que me faltaban. ¿Quién soy yo? La verdad, no tiene importancia. No tengo el mínimo deseo de notoriedad. Soy un simple ciudadano. Si quieren un nombre o una clave, quédense con éstas simples iniciales: AR. ¿a quien me dirijo? Me dirijo en primer lugar a los padres de Desireé, Toñi y Miriam. Dios las tenga a su lado. En segundo lugar me dirijo a los jueces y fiscales del llamado caso Alcàsser y sus secuelas. Y en tercer y último lugar me dirijo a la sociedad valenciana y española, a sus instituciones, representantes políticos y medios de comunicación. Pero sin prisas, cada cual recibirá este mensaje en el momento adecuado. ¿Qué pretendo?. Enviar un mensaje muy claro a todos ustedes: el caso Alcàsser sigue abierto. Ahora más que nunca. Quizá algunos de ustedes lo reciban como una buena noticia. Bienvenidos sean. Quizá otros de entre ustedes lo reciban como una mala noticia. Bienvenidos también, siempre que estén dispuestos a buscar honradamente la verdad. Sólo aquellos que siguen empecinados en ocultar lo que saben no son bienvenidos. Sé quienes son y sé que me calificarán de todo, incluso de terrorista. Sólo por ellos debo preocuparme. Sólo por ellos oculto mi identidad. Tan sólo deseo que exista más interés en investigar lo que comunico que en investigarme a mi: matar al mensajero es la respuesta acostumbrada de ellos, pero no será lo más apropiado en esta ocasión, más si cabe en las actuales circunstancias porque cualquier obstáculo a la investigación supondrá hacer llegar a más personas o a todo el mundo -vía Internet- el presente mensaje.

Yo también participé en su momento de este singular ceguera colectiva que supuso la aparente resolución del caso Alcàsser, allá por el año 1993, con la detención de Miquel Ricart como ¿culpable? de secuestro y violación y la identificación de Antonio Anglés como cómplice del anterior y ¿único? culpable del triple asesinato. También estuve ciego al no ver que todo el fundamento de la acusación era la autoinculpación de Ricart y la presunta fuga de Antonio. Pero no había pruebas, sólo virtualidad: repitiendo a la manera de Goebbels una mentira cientos, miles de veces -la imagen de Anglés, la crispación de Ricart- se nos quiso pasar por la verdad lo que era, un montaje, un circo -¿qué fue de la carga de la prueba, señores jueces?- pero parecía no importar a nadie, tampoco a mí. Disfrutaba, como la mayoría, de esa tranquilidad que ofrece la ignorancia. Por las especiales circunstancias de mi trabajo, como servidor del Estado y conocedor de sus alcantarillas, debí suponer que en el caso Alcàsser, había juego sucio como después descubrí. Pero no, tal vez por pereza mental me creí a pies juntillas la versión oficial, la versión de mis superiores
".
CONTINUARÁ...

P.S.
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(PD/ Redacción).- Periodista Digital ya es el diario exclusivamente online líder en la información en castellano. Según datos de la OJD, Periodista Digital contó con casi dos millones de lectores (usuarios únicos) en marzo, sólo superado por las versiones digitales de El Mundo, Marca, 20 Minutos y ABC.
ojdpdmarzo07

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