Se aceptan cohechos impropios, especias y metálico

martes, 18 de enero de 2011

El perro de Mahoma


El pasado 8 de enero, a propósito de mi libro «La quinta invasión. Islamismo 711-2011», me invitaron a una entrevista en la radio. Como necesitaban un especialista en procesos judiciales, les sugerí María Ponte, la penalista del Sindicato Profesional de Policía y abogada de la asociación de víctimas catalanas. Lo interesante venía después, participando en un debate con quien me describieron como un representante del islam moderado. El musulmán moderado en cuestión es el presidente de una agrupación leridana -Asociación Watani para la Libertad y la Justicia- y se define a sí mismo como "defensor de los inmigrantes" o "defensor de la mujer musulmana". A pocos minutos de comenzar me comunicaron que se suspendía la parte del debate, puesto que el musulmán moderado declinaba finalmente la invitación, así como el invitado mahometano de repuesto, que tampoco quería asistir. Su actitud es bastante normal, viene a ser aquello de ¿para qué vamos a exponernos nosotros si tenemos dhimmis que nos hacen el trabajo sucio? Actitud que les aplaudo y, justo es reconocerlo, muestra una elevadísima eficacia. Solo una vez, creo, he visto un debate en España con representantes muslimes, y era Pilar Rahola con otra feminista que casi se comen al piadoso contertulio.



Entre los éxitos de ese "musulmán moderado" que no asistió al debate, se cuenta haber presentado un recurso contencioso administrativo contra la prohibición municipal del burka, en Lleida -ciudad maravillosa en la que viví más de un año- según dicen "para defender a la mujer musulmana" (¿defenderlas de qué? ¿del sol?). También lleva las gestiones para que el rey de Marruecos, Mohamed VI, financie la construcción de otra mezquita en la ciudad catalana, o para ocupar las calles con sus rezos colectivos, concretamente rezar los viernes al mediodía en la plaza Sant Joan.

Ahora parece que los heroicos muyahidines catalanes han empezado otra campaña en Lleida, prohibir los perros, noticia de la que me entero por La Yihad en Eurabia, haciéndose eco de alerta digital. Estos grupúsculos islamistas (no falla, todos son por la paz, la libertad, por la justicia, etc), cumplen básicamente dos objetivos: pillar subvenciones y oprimir a las personas de cultura musulmana, con una derivada perniciosa, al hacer que se ignore la individualidad de cada cual para que pasen a ser miembros de un colectivo, del cual se erigen en representantes.

Y se preguntarán ustedes: ¿por qué los perros hieren la delicada sensibilidad musulmana? ¿qué han hecho los pobres canes -aparte de lamerse el cimbel- para merecer tal desprecio?

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