Se aceptan cohechos impropios, especias y metálico

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Pedro el tedax, un héroe nacional

Pedro el tedax, un héroe nacional

Reproduzo a continuación, un extracto del libro ‘Conspiranoia’ (Editorial Rambla), correspondiente al capítulo titulado “Gestionando el miedo en situación límite”, y en él se narra la desactivación de la mochila de Vallecas por el tedax Pedro, un héroe nacional.


CONSPIRANOIA-Portada Los tedax regresan a su base, para descansar, a las 1,40-1,45 de la madrugada del día 12. Sobre las 2,00 horas aproximadamente, se recibe una llamada procedente de la Sala del 091 –centro de coordinación de todas las actuaciones-. Es Pedro quien coge el auricular:
- Avisan de la Comisaría de Puente de Vallecas que, entre las pertenencias de las personas que viajaban en el tren del Pozo, hay una bolsa que contiene en su interior un teléfono móvil del cual parten dos cables que a su vez se introducen en una bolsa de plástico; todo ello contenido en una bolsa de deportes.
Pedro responde que la descripción se corresponde, perfectamente, con la configuración de los dos artefactos que aparecieron en la mañana del día anterior en las estaciones de Atocha y El Pozo: teléfono, cables de colores azul y rojo e introducción en la bolsa de plástico de color azul clarito con un nudo amarillo –la clásica bolsa de basura- sólo que en este caso el continente es una bolsa de deportes, no una mochila. Pedro apremia a su interlocutor del 091 para que comunique a los compañeros de la Comisaría del Puente de Vallecas que procedan al desalojo de la misma.

Entre las 2,20 y 2,30 se personan en la comisaría, la cual se encuentra desaojada. Pedro se dirige a uno de los funcionarios de la misma para que le indique la dependencia, el lugar concreto, y la bolsa que resulta sospechosa. Luego le dice:
- Cierra la puerta y sal de inmediato de Comisaría.
Es la lógica del Tedax: si ocurre algo, el debe ser la única victima. Pedro procede a continuación a inspeccionar la bolsa, confirmando inmediatamente que está ante un artefacto explosivo. Se trata de un teléfono móvil del cual parten dos cables de detonador –rabizas- de colores azul y rojo, que se introducen en la bolsa de basura que contiene una masa maleable al tacto. Palpando con el dedo en el interior comprueba que se trata de una pasta blanquecina que por su textura característica, identifica rápidamente y, sin ningún género de dudas, como dinamita. No puede, lógicamente, precisar el tipo y marca; eso corresponde a los análisis en laboratorio. El teléfono está apagado. Baraja posibilidades: ha fallado porque se le ha ido la batería, raro; puede ser una trampa, un señuelo.

Pedro comunica a la escala de mando que ha aparecido otra bomba. Ha llegado el momento de tomar determinaciones, de empezar el gran juego; la mente ha de funcionar con rapidez, evaluar pros y contras. ¿Desalojar los edificios próximos a la Comisaría (puesto que existen edificios colindantes que se encuentran habitados)? Después de lo que había ocurrido es día, la gente estaba muy sensibilizada. No es conveniente, puesto que se iba a generar miedo, alarma, cierto caos, y a necesitar muchos efectivos policiales para canalizar la evacuación adecuadamente, y situar a las personas en un lugar seguro. Decide improvisar un dispositivo de traslado. Pedro llama al Jefe de Sala del 091.
- ¿Conoces algún descampado por las cercanías del distrito de Vallecas?
- No tengo ni idea.
Pregunta a un funcionario, quien informa:
- No muy lejos está el Parque Azorín.
- ¿Qué dimensiones tiene? ¿Reúne condiciones para proceder a la desactivación?
- Es grande, desde luego.
Hay que proceder al traslado, con el riesgo que ello entraña. Pedro lo organiza en plena coherencia con la lógica del Tedax. El dispositivo consiste en un convoy de tres vehículos: un coche guía -un radiopatrulla conducido por funcionarios de la Comisaría que conocen el distrito-, a continuación, Pedro, con la bomba, en otro vehículo radiopatrulla, y el tercero, el furgón Tedax con sus compañeros, estableciendo una distancia de seguridad entre vehículos de unos 100 metros aproximadamente y a ser posible por una vía amplia, para que en caso de se produzca algún imponderable -en este caso, ni más ni menos que la explosión de la bomba- minimizar riesgos y que la explosión sólo le cogiera a él y no cogiera a más compañeros o a terceras personas. La razón es de seguridad elemental, está, como hemos visto, en los mismos genes del Tedax: si cae alguien, que sea sólo él, no cuatro o cinco. La vía, en efecto, es amplia. No pasa, por suerte, ningún coche. Ese día todo el mundo está en casa, consternado. Para Pedro es el peor momento, un tiempo muerto en el que no puede trabajar sobre el artefacto, solo puede pensar, sentir, sufrir, resistir hasta llegar al Parque. Se produce la descarga de adrenalina, que a su vez genera ansiedad que hay que controlar -la ansiedad adaptativa- con la mente acelerada y los sentidos aguzados por la tensión- y no superar el umbral que le puede introducir en el ámbito del miedo, porque es un sentimiento cerval que no sirve para nada, que te puede llegar a paralizar. Hay que gestionar el miedo y saber soportarlo. Pensar en positivo. Evalúa que si no ha estallado hasta ahora, mala suerte sería que lo hiciera en el trayecto. Pedro reza:
Dios, si existes, sácame de ésta”.
El artefacto pesa diez o doce kilos, así que si explota, es consciente de que será una muerte rápida y tendrán que recogerle con pinzas. La comitiva llega, sin novedad, al Parque.

Pedro analiza las condiciones que reúne y coloca la bomba lo más alejada posible de los edificios que hay detrás, de forma que si se produce la detonación no los alcance. A continuación, le práctica una radiografía -no la hizo en la Comisaría debido al peligro intrínseco que puede suponer el efecto de los rayos X al incidir sobre los componentes del artefacto que pueden provocar la explosión del mismo- no pudiendo coger toda la superficie de la bolsa debido a las dimensiones reducidas del portaplacas, motivo por el cual sólo pudo coger la parte del teléfono, observando su silueta y un amasijo de cables, porque había más de dos metros de cableado y existían muchas zonas de sombras y claros, que entorpecían el seguimiento del curso de los cables; de hecho, no le aportó ningún tipo de información -ni entonces ni en la actualidad-, no sirvió para nada.

Los conspiranoicos han elucubrado todo tipo de interpretaciones torticeras sobre la radiografía, manifestando hasta la saciedad que los cables estaban sueltos y que era imposible que la bomba pudiera hacer explosión:
“El tedax Pedro lo sabía... sabia que no funcionaba... que era un montaje... ni golpeando con un martillo pilón estallaría”.
Pedro dejará claro, en su declaración en el juicio, donde se proyectó en pantalla gigante, que en la radiografía no existía una arquitectura, una estructura, un diseño, un hilo conductor que permitiera seguir un curso y determinar qué tipo de elementos componían la bomba, con zonas oscuras –no visibles- susceptibles de ocultar algún tipo de trampa, un segundo sistema de activación. Además, la radiografía es bidimensional, no tiene profundidad de campo, motivo por el cual existen estructuras de cable que se superponen unas a otras, y cualquier interpretación sería en todo caso hipotética, no pudiendo afirmar con rotundidad que es lo que exactamente se ve, simplemente la silueta difusa de un teléfono móvil y muchos cables, nada más.
Al final de su declaración, el Presidente de la Sala, Gómez Bermúdez, le pregunta.
- ¿Usted observó en algún momento si los cables –rabizas- estaban desconectados?
- No –respondió, taxativo, Pedro.
- No lo observó. Bien. En cualquier caso, ¿usted manipuló esa mochila?
- Si, yo fui el único que manipuló esa mochila. De hecho, se me pidió una prueba de ADN al respecto, y creo que soy el único Tedax al que se le práctico la prueba.
- Bien, ya se puede marchar, gracias por venir.

En definitiva, Pedro fue el único que observó como se encontraban dispuestos todos y cada uno de los elementos de la bomba, porque desactivó la bomba con las manos analizando la estructura del artefacto. Ya en la fase de instrucción, ante el Juez Del Olmo, declaró que los cables estaban perfectamente trabados y que tuvo que desempalmarlos manualmente, sin pegar tirones, sin cortar. En el informe pericial se especula con la posibilidad hipotética de que los cables pudieran estas sueltos, si bien,
“podrían de nuevo juntarse y producirse la explosión”.
De manera incomprensible, nadie en la Unidad Central se preocupó de consultar a Pedro como se encontraban dispuestos los cables. Pero esa es otra historia.

Estamos en el Parque Azorín y Pedro se dispone a jugársela con el firme propósito de conseguir pruebas. Manzano, el Comisario Jefe de Explosivos, le llama desde comisaría:
- ¿Dónde se encuentra usted?
- En el Parque Azorín, pero no sabría indicarle cómo se llega. Tendrán que guiarle los compañeros de la Comisaría. y le pregunta que donde se encuentra.
Manzano llega acompañado de Cuadro Jaén y pregunta a Pedro:
- ¿Por qué no me ha esperado usted en Comisaría?
- que porque no le ha esperado en la Comisaría –instrucción que nunca recibió y que no hubiera cumplido por disparatada.
- Había que sacar, cuanto antes, la bomba de Comisaría –le responde Pedro.
Manzano calla ante lo obvio. Además, Pedro, allí, es el mando supremo. El Tedax, en concreto el operador número 1 de turno, es el único funcionario facultado para realizar una desactivación, como especialista diplomado que es, no debiendo tolerar, bajo ningún concepto, intromisión por parte de nadie, y menos por parte de aquellos que carezcan de tal capacitación, independientemente de su graduación, cargo administrativo o político, so pena de incurrir en graves responsabilidades penales, tal como establecen las directrices normativas al respecto.
Poco después, comparecen el jefe de Grupo, y furgonetas con más compañeros del Tedax. Muchos jefes, muchos efectivos. Tal concentración puede resultar más contraproducente que beneficiosa en momentos tan delicados. Pedro hace valer de inmediato que el operador 1 es él y en consecuencia el responsable directo del diseño del procedimiento operativo y abordaje de la desactivación.
Manzano le pregunta:
- ¿Qué vas a hacer?

- "Mi intención es, por encima de todo, desactivar la bomba" –responde Pedro con clara determinación.

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