"José Luis Rodríguez Zapatero, que le ha convertido en uno de sus asesores áulicos, en uno de los «visitadores nocturnos» de La Moncloa, a quien le consulta hasta los cambios de Gobierno, precisa del Tribulete logroñés para no tener que pellizcarse la nariz y saber que es él quien manda. Aupado al poder en precario, según cuenta Miguel Ángel Aguilar, desde 2004 «zetape» necesita que Pedro J. [el Gran Timonel oculto del Nuevo Socialismo] le otorgue todos los días la patente de demócrata, de la misma manera que Adolfo Suárez precisó en otra etapa que Juan Luis Cebrián le homologara desde El País".
Y además, a Pedro J. le ha dado por denunciar a los conspiranoicos y ridiculizarlos en su periódico. Primero les saca la pasta y luego se ríe de ellos.
El artículo de El Mundo, firmado 19 de octubre por Antoni Trilla, aparte de una buena ración de risas les proporcionará una muestra más del desahogo moral marca de la casa.
Lo tienen aquí (paréntesis entre corchetes míos):
EL MUNDO. "Las teorías de la conspiración [del 11-M]"
Oportunismo, confusión, 'falsa ciencia' y teorías conspiratorias: "La tierra es plana, y quienquiera que rechace esta afirmación es un ateo que merece ser castigado". Afirmación de Jeque Abdel Aziz ibn Baaz (1993).
Estas últimas semanas han circulado y están circulando por la red diferentes manifiestos, denuncias, advertencias, proclamas y vídeos relativos a las diversas "mentiras" referidas a [¿el 11-M?]".
Lo más habitual es que se alerte a la población, totalmente indefensa frente a los hostiles imperios alienígenas (parafraseando a Quim Monzó), frente a las multinacionales y frente a los gobiernos y agencias gubernamentales, sobre la inexistencia de [Al Qaeda, pelanas congelados en ácido borico] (esta pandemia es un invento), la inseguridad e ineficacia de [los CyFSE], la ausencia de gravedad [del islamismo], y la inutilidad [del gobierno Aznar frente a la conspiración judeo-masónica].
A estas afirmaciones se suman desde revistas pseudocientíficas de difusión general hasta monjas benedictinas, pasando por ex-ministras nórdicas o ciudadanos canadienses que, además, afirman que todo es un complot para diezmar a la humanidad, añadiendo el toque siniestro a la situación. También aparecen de vez en cuando profesionales que, en lugar de disentir siguiendo las normas habituales y reglas de la ciencia (lo cual es perfectamente lícito y beneficioso), se apuntan al carro conspiranoico y les falta tiempo para escandalizarse y "denunciar públicamente" abusos varios.
Con algunas variaciones, en [este atentado] se han empleado teorías repetidas hasta la saciedad, mayoritariamente por grupos activistas [anti-Zetapé], muy enraizados en [internet]. Las afirmaciones que una buena colección de investigadores, médicos, [policías, fiscales, jueces, químicos, peritos] y otros especialistas realizan desde hace años, basándose en evidencias de peso suficiente, que se han publicado en forma de artículos científicos, recomendaciones de expertos y otros documentos de organismos internacionales [contra el terrorismo], son inmediatamente desestimadas o ignoradas por estos grupos.
Es más, la credibilidad de todo el sistema de ciencia mundial está bajo sospecha para ellos, dado que las multinacionales [Trilateral, OTAN, Illuminati, masones] (mejor si son norteamericanas y tienen a Donald Rumsfeld entre sus accionistas) son, por definición, perversas. Su único interés es económico, a la vez que tratan de perjudicarnos con ensañamiento a todos.
Los profesionales [...] estamos, además de equivocados, vendidos a estas multinacionales (lamentablemente mi nómina no parece estar de acuerdo con esta afirmación).
Somos sospechosos de hacer el juego a las fuerzas ocultas que gobiernan el mundo. Sin saberlo (tontos útiles) o sabiéndolo (malvados conspiradores), actuamos como asesores científicos del Club Bildeberger, cuando no pertenecemos a los Francmasones o a los Templarios, que por lo menos llevaban una espada y un bonito uniforme blanco, como nuestras batas (eso sí, con una gran cruz roja no INSALUD).
En un excelente artículo publicado en el suplemento 'ES' de La Vanguardia (19 de septiembre de 2009), el psicólogo Luis Muiño describía las bases de la "conspiranoia" (neologismo fusionado de conspiración y paranoia). La clave, según el autor, es que estas teorías cospiranoicas son indemostrables: nunca se podrán refutar ni probar. Los individuos que se apuntan o crean estas teorías consideran que detrás de todo acto hay algo oculto, se convierten en expertos y sacan conclusiones a partir de ellos. El lado oscuro de esta forma de pensamiento es peligroso: pueden caer en una interpretación paranoide de la realidad y acaban confundiendo casualidad con causalidad.
Los que defienden estas teorías son, además, muy pesados: una vez empiezan a hablar, les cuesta mucho callarse, y sus afirmaciones encuentran eco en los medios, especialmente en la red. Tratan de llamar a la desobediencia civil o a la formación de movimientos ciudadanos. Su vertiente mesiánica les lleva a intentar salvarnos a todos de las calamidades que ellos ven y nosotros no acertamos a distinguir. Como dice muy bien Muiño en su artículo, ver conspiraciones en todas partes puede resultar entretenido si nos lo tomamos con cierta distancia. Sin embargo, hay que tener cuidado: un proverbio chino afirma que lo malo de mirar siempre el fondo de las cosas es que uno acaba por quedarse allí.
Me voy a leer el último libro de Dan Brown, que salgo de guardia y he visto durante la misma (perdón, he creído ver) a [unos islamistas], incluso alguno que estaba [luchando en Irak]. Debe ser cosa del cansancio...
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